¡Darle a nuestros hijos la oportunidad de desarrollar la empatía es uno de los regalos más importantes que podemos darles en la vida! Pero, ¿Como enseñamos este aspecto tan esencial? ¿Como podemos inspirarles a identificarse con las demás personas sin correr el riesgo de forzarles y pero aun, de presionarles a actuar algo que en realidad no sienten en sus emociones? Actuando oportunamente ante ellos cuando alguien necesita ayuda.
Detrás de un niño emocionalmente sanos hay padres afectivos y serviciales. En días pasados, antes de Navidad, mis hijos estaban muy entusiasmados porque recibirían regalos. Mi esposa y yo deseábamos de corazón motivarles a ellos a regalar a algunos niños que viven en extrema pobreza, pero nos preocupaba hacerles sentir obligados a ello. Mencionamos la idea en varias ocasiones de una manera casual, para que ellos mismos se motivaran a hacerlo, pero parecía que no les llamaba la atención. Comentamos de la experiencia que tuvieron algunos conocidos que en otras navidades llevaron ropa a regalar a familias menesterosas, pero tampoco funciono. Por fin, cuando estábamos a punto de rendirnos, decidimos comenzar a planear una visita junto con algunos miembros de nuestra congregación a una colonia muy pobre en donde daríamos regalos a los niños de este lugar y simplemente les pedimos a nuestros hijos que nos acompañaran como observadores. nuestros hijos vieron la gran necesidad, y sin necesidad de presionarles a participar, ellos nos veían ayudar a la gente y gradualmente se ofrecieron a ayudar también. Lo único que necesitan es la oportunidad de ayudar.
Recuerdo hace algunos años mi hija menor me acompaño a una tienda de autoservicio. Cuando salimos, vimos a un hombre mayor durmiendo en la banqueta. Mi hija se sintió impactada e hizo preguntas de El. Al final me pidió que le compráramos algo para cenar, y lo hicimos. Entramos de nuevo a la tienda y le permití escoger los alimentos. Al salir, el hombre dormía profundamente. Le dije que era mejor irnos a casa, que el no lo apreciaría porque además parecía estar ebrio. entonces ella me dijo que no le dábamos comida porque lo mereciera sino porque probablemente sería su única comida en muchos días, y que además, este regalo quizás podría ayudarle a cambiar.
Mateo 25:35,36. "Porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; fui forastero, y me dieron alojamiento; necesité ropa, y me vistieron; estuve enfermo, y me atendieron; estuve en la cárcel, y me visitaron.”
Enseñarles a nuestros hijos a servir a Dios y a las demás personas no es una tarea difícil cuando les vamos integrando al habito de observar las necesidades de quienes nos rodean, y de manera natural acercarnos a compartir.
Ese día recibí una lección y también mi hija. Darle la oportunidad a nuestros hijos de ayudar a los demás no solo es impulsar su desarrollo emocional y social, pero también su vida espiritual, ¡Lo cual les convierte en personas que poseen un amplio sentido de propósito en la vida!
